martes, 27 de noviembre de 2007

La ciencia en México durante el siglo XVI: educación, encuentros y desencuentros.

Parte 1: El encuentro.

Aunque existe el prejuicio de que hay poco que decir sobre la historia de la ciencia en México, porque toda venía de Europa, en realidad esto no es verdad.
En el México antiguo, para sorpresa de los conquistadores, los avances científicos de los indígenas rebasaban los alcances de la ciencia europea; el calendario azteca era más exacto que el europeo, los adelantos en herbolaria obtenidos tanto por Mayas como por Aztecas superaban en mucho la ciencia médica de sanguijuelas y sangrías y los edificios construidos en México eran tan precisos en su construcción, que en ciertas épocas del año generaban asombrosas figuras hechas de sombras.
Los españoles por su parte, trajeron consigo tres tradiciones para obtener el conocimiento vigentes hasta ese momento:[1]: la Organicista; sostenida en la concepción aristotélica del universo, tuvo su auge principalmente en la edad media.
La hermética, que se entendía muy bien con la alquimia, la astrología y la numerología. En esta tradición se concebía al cosmos como un misterio que sólo el iniciado podía descubrir.
La mecanicista, cuyo lenguaje, lejos de utilizar términos filosóficos o bien mágicos, se expresaba con palabras claras. Esta tradición, que buscaba leyes explicativas de los fenómenos, fuñé la que terminó por imponerse.
Así pues, mientras que unos contaban con una larga historia de descubrimientos y fundamentos teóricos, otros contaban con una ciencia despejada de toda filosofía, que cuando mucho, estaba plagada de religión, pero una religión que de ninguna manera impedía la elaboración de nuevos descubrimientos.

Inicios del mestizaje científico.
Para sorpresa de los españoles, los indios también tenía ciencia, lo que generó el interés por conocerla y más aún, por incorporarla a sus conocimientos tradicionales. Fue entonces durante este siglo, que las ciencias de ambos mundos se encontraron y en un principio dialogaron, para conocer las semejanzas y aprender de las diferencias.
Las primeras acciones de los peninsulares una vez que llegaron a este continente, consistieron en realizar infinidad de expediciones para conocer las nuevas tierras. Fue gracias estos primeros aventureros, que entre el ensayo y el error se trazó la fisonomía de la Nueva España. Por eso, entre 1527y 1529, Diego de Rivero elaboró las primeras cartas de este nuevo reino[2] con los datos obtenidos de los viajes de sus colegas.
Mientas que unos se dedicaron a explorar las tierras, los frailes, preocupados por la evangelización de los indígenas, se dedicaron a entender su lengua. Esto significó la posibilidad de crear importantes gramáticas, manuales de herbolaria, códices y otros documentos que aun hoy en día nos revelan parte de las culturas precolombinas.[3]

Primeras escuelas para indígenas.
Y aunque el interés por dominar los territorios restantes y acrecentar las riquezas, pudieron ser los principales fines de la conquista, no se descuidó tampoco la instrucción.
A este respecto resultan interesantes las diversas instituciones fundadas para educar a los indígenas, mismas que fueron impulsadas en primera cuenta por el primer virrey don Antonio de Mendoza, quién aprobó en el año de 1523, la creación del colegio de Texcoco para los niños indígenas que vivían en sus inmediaciones. También, el propio Gamarra, dos años después, fundó en México el Colegio de San José de los Naturales, centro donde se impartía la enseñanza de artes y oficios para los adolescentes, así como de primeras letras para niños.[4]
Pero si de enseñanza a los indígenas se trata, no puede omitirse la participación de primer obispo, Fray Juan de Zumárraga, quien preocupado por la educación de las niñas indígenas, se avocó a la creación de colegios, procurando que cualquier población importante tuviera uno. Desde luego que en estos colegios solamente se impartían clases de primeras letras, canto y algunos oficios[5].
[1] Trabulse Elías, “Historia de la ciencia en México; estudios y textos siglo XVI” CONACYT- Fondo de Cultura Económica. tomo I, México, 1985pp 21-24
[2] De Gortari Eli, “La ciencia en la historia de México”, Tratados y Manuales Grijalbo, México 1980.p183
[3] op cit .p 174
[4] Op cit p 178.
[5] íbidem

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